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Manifiesto

 

Tras un tiempo más prolongado del que hubiéramos querido, llegan las IX jornadas de la Revolución delirante y queremos invitaros a todas a asistir, así como explicaros los motivos que nos han llevado a decidir su temática y su título: locura trans.

Desde nuestros orígenes las polillas hemos tenido unos objetivos y principios claros: visibilizar y denunciar las violencias psiquiátricas, cuestionarnos constantemente nuestra práctica profesional, poner de manifiesto que lo que se pretende científico es en realidad ideológico, que la biología es muchas veces política, afirmar que no adaptarse a un régimen de normalidad (siempre artificial e impuesto) no es estar enfermo, mucho menos cuando esa normalidad es causa de sufrimientos e injusticias, mantiene poderes ilegítimos (¿existen otros?) y no tardará en hacer de este mundo un lugar inhabitable. E intentar todo esto dando voz y teniendo siempre en cuenta a sus protagonistas y sufrientes: las personas diagnosticadas.

Diagnosticadas con manuales (cada vez más) extensos, llenos de códigos con los que poder categorizar con precisión taxidérmica cada pequeña desviación, cada potencial disidencia, cada sufrimiento del alma en los tiempos del capitalismo tardío. Dentro de esos manuales en otras ediciones de estas jornadas nos hemos centrado en algunos de sus capítulos, generalmente los que se suelen identificar con las siglas TMG, trastorno mental grave. Este año hemos querido poner el foco en otras páginas (F64-66), que llevan también años en una lucha muy similar a la nuestra y que están consiguiendo que, al menos, se les escuche. ¿Os suena la disforia de género?

Seguro que sí. También os sonará la homosexualidad, que salió en 1990 del mismo libro que muchos siguen tomando como verdad revelada y por un método científicamente, digamos que cuestionable: la votación a mano alzada de un grupo de señores (muy heterosexuales todos ellos). Tres décadas después, cuando patologizar la orientación sexual a (casi) todas nos parece una aberración (aunque sigue codificada si es egodistónica, F66.1, curioso que no haya venido nunca a consulta un hetero egodistónico), permanecen en la lucha por la despatologización las compañeras cuya identidad no encaja en los moldes prefabricados del sistema heteropatriarcal, una matriz ortogonal eficientemente diseñada para la reproducción de la fuerza de trabajo y de las relaciones de poder que se establecen en esa cara de la dominación llamada género.

Expertos apelando a una supuesta realidad biológica para clasificar a las personas como enfermas, desempoderamiento de los sujetos a los que se les priva de la capacidad de afirmar hasta quiénes son y qué quieren hacer con sus cuerpos y sus vidas, obligación y chantaje de pasar por las instituciones de la salud mental y aceptar un diagnóstico si se quieren adquirir los más básicos derechos… ¿os recuerda a algo? A nosotras sí, a nosotras nos parece que su lucha es la nuestra y por eso hemos decidido dedicarles estas jornadas.

Y no solo ya por derecho propio, sino por una cuestión estratégica. Ellas son las que más han conseguido en esto de despatologizar y podemos aprender de ello. Además, en la eliminación de una categoría diagnóstica está el reconocimiento implícito de que todo el sistema es un fraude. Estamos en el momento crítico en el que poder plantear un discurso alternativo: no es que las personas trans estuvieran en el DSM por error y que ahora se solucione todo con un “lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir”; el error es el propio DSM y la propia CIE y con ellos hay que hacer lo mismo que con las monarquías corruptas: no reformarlas, sino abolirlas.

Por eso también queremos pedir a las compañeras trans que, en su comprensible urgencia por escapar de la asfixiante celda de la patologización, no olviden a las que se quedan atrás. Para las que ni siquiera se plantea el horizonte de posibilidad de una ley de autodeterminación, a las que obligan a tomar drogas con más efectos secundarios que las hormonas, a las que siguen encerrando y atando y a las que, si también son trans, se les continúa negando su identidad por considerarla “comorbilidad”. Por eso estas jornadas quieren ser un espacio de diálogo y alianzas en el que darnos cuenta de que el camino para acabar con la normalización no es aceptar una nueva norma, sino construir algo nuevo sin ellas, de que si no nos salvamos todas, no se salva ninguna.

 

Perdonen por la tardanza, aquí estamos de nuevo.

Hagamos la revolución.